En la última década la industria porcícola ha incrementado su inventario y producción intensiva. Sí bien, este incremento ha generado resultados sorprendentes en cuestiones de parámetros productivos de crecimiento-finalización, también han propiciado condiciones favorables para que los patógenos evolucionen y se vuelvan más virulentos y/o difíciles de tratar. Especialmente en los sistemas intensivos actuales, las altas densidades y patrones de flujo de los animales facilitan la transmisión de agentes infecciosos de animales infectados a animales sanos susceptibles. Por otra parte, la variación en los costos de producción y la presión constante en los márgenes de ganancia, obligan al sector productivo a cuidar los detalles que marcan la diferencia. La producción de un mayor número de cerdos saludables y con la mejor conversión proteica es el objetivo que se busca constantemente. Sin embargo, pocos productores cuentan con estrategias de prevención, control y/o eliminación de patógenos en sus poblaciones. Sea cual sea la estrategia que elija, se necesita de algún sistema de monitoreo de enfermedades para medir el éxito de su plan o para detectar donde se debe de mejorar-invertir. Si no se tiene un buen sistema de monitoreo/vigilancia se abre la posibilidad a brotes de enfermedades, un ejemplo claro de la necesidad de dicho monitoreo se hace evidente con PRRS, ya que la mayoría de las infecciones por este virus son subclínicas, con brotes clínicos de tamaño variable e intercalados a lo largo del tiempo en las poblaciones infectadas. El virus del PRRS (vPRRS) puede circular de forma subclínica con baja prevalencia en hatos de cerdas durante meses. Esto favorece la transmisión vertical del virus PRRS a los lechones durante el parto dando como resultado la infección del flujo de producción, poniendo en riesgo los objetivos de control o eliminación del vPRRS. Dicho esto, valerse únicamente de los signos clínicos para rastrear el progreso de un plan de control de PRRS o cualquier otra enfermedad es como pronosticar la lluvia cuando ya está lloviendo: nos puede proporcionar algo de información, pero no una visión general de lo que está ocurriendo en la granja. Por tanto, ya que los signos clínicos no son un indicador confiable de infección en todos los casos, la única opción para monitorear el progreso del control de PRRS y/o rastrear el virus en los sitios de producción es hacer pruebas rutinariamente. De hecho, aunque suene curioso o contradictorio, se debe aumentar el nivel de testeo a menor prevalencia del virus. En otras palabras, si ya no se está detectando el virus en circulación es justo cuando se requiere aumentar las medidas de monitoreo para ahora si evitar que vuelva a ingresar a la granja. En conclusión, en todo sistema de producción existirán agentes patológicos interactuando entre sí, por lo tanto, el establecer un sistema de monitoreo estructurado y sistematizado de diagnóstico, nos permitirá ir observando los avances logrados e incluso ir modificando estrategias de acuerdo con los objetivos cumplidos y por cumplir, lo que será parte fundamental en el proceso de toma de decisiones. En BioSafety, nuestro compromiso es la bioseguridad en tu granja. ¡Contáctanos!
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